Испанский язык в контексте диалога культур: исследования и преподавание

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В современном испанском языке мадрида
Necesidades sociales
Necesidades tecnológicas
Qué ilu!. El sufijo característico emergente es tras huir de los tradicionales -ito
Г.в. (москва, россия)
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^ В СОВРЕМЕННОМ ИСПАНСКОМ ЯЗЫКЕ МАДРИДА

R. DEL MORAL AGUILERA (MADRID, ESPAÑA)

MODAS Y RITOS LÉXICOS
EN EL ESPAÑOL ACTUAL DE MADRID

¿Cuáles son los cambios que el español de Madrid ha experimentado en los últimos años? ¿Hacia dónde evoluciona el léxico? ¿En qué han dejado de parecerse las palabras y expresiones actuales a las de hace unos años?

Se ciñe esta ponencia a una descripción concreta, casi anecdótica, la de las novedades léxicas introducidas por los hablantes de Madrid. Prescinde de otras tendencias y también elude la evolución del español escrito. Tampoco se recrea el memorándum en las graciosas evidencias del leguaje popular como son el gusto por la aliteración, la frase ingeniosa, la rima fácil y otros recursos. Huye, sí, de esos ejemplos para recrearse en aquellos que contribuyen al desarrollo de la lengua culta, de la lengua de la clase bien, de la tertulia de los medios de comunicación y de la conversación entre gente acomodada.

Los hablantes jóvenes, una vez abandonada la adolescencia, han ocupado y ocupan, con frecuencia, esos lugares privilegiados de fábrica de innovaciones léxicas. Arrogantes movimientos sociales emergentes tienden a distanciarse de la generación anterior, y eso es lo que, por no perder la costumbre, también sucede ahora. Observemos la evolución de los gustos en los estilos musicales. Cada vez que una generación se aleja de la juventud, se lleva con ella la moda y complacencias rítmicas, y casi repentinamente nacen otros estilos que, aunque relacionados con los anteriores, suponen una nueva dimensión.

Y añadamos a ello que las modas y ritos nacen esencialmente en ambientes urbanos, se desarrollan en barrios específicos y se extienden mediante mecanismos que escapan a nuestra comprensión, aunque sospechemos muchos de los principios.

Pero las ciudades, y esto parce un irremisible destino, han desarrollado al menos dos clases sociales diferenciadas: junto a las populares, las elitistas… Con frecuencia el español acude a la expresión gente bien, que no gente de bien, es decir, personas honradas y de buena intención. Pero somos muchos los que entendemos que la gente bien es un grupo social acomodado. En las clases populares no hay gente bien, aunque sí gente de bien.

La conducta comunicativa innovadora, especialmente fundada en el lenguaje, incluye también la conducta no verbal. La personalidad, tal y como se expresa en la manera como se comunican, hablan, gesticulan, están de pie, se visten, se peinan, se miran, se encuentran y todo lo demás, se añade a los mensajes. La forma en que nos expresamos más la forma en que los demás nos observan es la suma de la información que percibimos.

Esa comunicación no verbal proporciona una información silenciosa, pero no muda, acerca de las personas y su lugar en la sociedad. Modos y ritos de presencia y aspecto, digamos look, abren la información. Fundamental en los creadores femeninos de terminología, melena lisa y suelta y foulard, o buf, que no pañuelo, al cuello. De vez en cuando corpiño tipo palabra de honor o top ajustado al sobre-pecho y con amenaza continua de tan sofocante desplazamiento que dejaría al descubierto los encantos femeninos. Camisas con símbolo de marca y chaqueta clásica para la elegancia masculina. Reconoceremos a una persona de la gran clase porque huye del pirsin, y también porque mueve con gracia las manos al hablar mientras ilustra con gestos lo que dice, y de vez en cuando se sirve de las manos, o de un delicado y huraño gesto que acomoda la cabellera, unas veces por puro placer, otras para desplazarlo elegantemente hacia atrás, a ambos lados a la vez, con los brazos abiertos, y esperar a que regrese de nuevo a su lugar natural para tener la oportunidad de repetir el refinado gesto que roza el aire. Uñas pintadas en fucsia o carmesí, en dedos tan afilados como ordenados, a modo de desfile militar por la plaza Roja. Escriben con bolígrafos mont-blanc o con plumas de tinta azul Prusia. Su copa preferida, bloody-mary o san francisco. Para los hombres, un término probablemente tan poco afortunado que ha de ser efímero: metrosexual que define al hombre especialmente atildado, profundamente cuidadoso de su presencia física. Entre los deportes de invierno, el snow-board, el de verano el surf, el de todo el año el senderismo.

El diálogo, sean quienes fueren quienes lo realizan, es realmente una aventura siempre nueva, un encuentro de personas con todos los riesgos, entre ellos los icónicos, y las reacciones imprevisibles, y las trabas, y la incertidumbres. La verdadera comunicación no se realiza automáticamente, es mucho más que un intercambio de ideas y de palabras. El diálogo testimonia la profunda aspiración de los seres humanos para un encuentro auténtico, constantemente puesto en discusión. Todos mostramos cierta predilección por algunas palabras y desafecto por otras. La selección nos identifica, destaca nuestros gustos, pondera nuestras personalidades, desnuda nuestra personalidad, y en el fluctuar de las palabras, elegimos aquellas que más nos agrada emitir.

En una revisión de estas modas, agrupamos las novedades en tres apartados. El primero recoge a las palabras nacidas por una necesidad social, en el segundo avances que buscan dar nombre a la tecnológicas, y en el tercero, aquellas que buscan la eficacia y utilidad comunicativa.

^ Necesidades sociales

La cortesía, aunque a veces llena de insinceridad, suaviza las situaciones tensas mediante el delicado uso de la diplomacia. Todas las lenguas dan mucha importancia a mostrarse amable o cortés, y algunas son especialmente ricas en pronombres de tratamiento. El saludo tradicional español, el menos teñido de valoraciones es hola, pero en condiciones que así lo exijan, la gran clase dirá helo. Nada que extrañe. Gentes que ahora rondan los noventa, y que fueron educadas en la fina galantería francesa, introducían de vez en cuando galicismos del tipo: bon jour, comment allez-vous? La despedida es by, o by-by, pero también, chao, que parece más exótico… o chaíto, que alcanza la cima de la cursilería.

La fórmula Buenos días don José, con la réplica: Buenos días tenga usted, don Ricardo, que con protocolo tan ritmado acompañaba los encuentros de hace unos años, está agonizando. Y se han generalizado otras voces un poco confundidas con los progresos en el acercamiento de las clases sociales, pero sin la aparición de un término que sustituya la pérdida, algo como ciudadano, citoyen, en la Francia revolucionaria o tovarich, en la Unión soviética o compañero en la Cuba revolucionaria. La clase política, que tanto influye en la imposición de las formas, de una y otra tendencia, cuida el lenguaje para que el tratamiento sea igualitario, y prefiere nivelar por la parte baja, y no hacia arriba.

Compensado la debilidad de la fórmula de respeto entre categorías, aparece otra, más forzada que natural, que se impone como nueva para la igualdad, para la supresión de inferioridades. Así han nacido las fórmulas que recuerdan la presencia de la mujer. La frase “Todos sabemos que el hombre está preparado para aceptar los errores de los otros.” Se convertiría en lenguaje político moderno, especialmente sindicalista, aunque también de otros ámbitos, en “Todos y todas sabemos que el hombre y la mujer están preparados y preparadas para aceptar los errores de los otros y las otras” Y como la lengua no está preparada, nunca mejor dicho, para esos trotes, se crean situaciones que con frecuencia limitan con el ridículo: algunos extremistas en la materia se han atrevido a formar el femenino de joven y jóvenes en jóvena y jóvenas. Y lo que es peor, hay quien reivindica que si existe la pareja esposo / esposa, habría que habilitar también el grupo marido / marida… En fin… no añadamos más comentarios al rito.

La nueva terminología, la terminología revisada, se funda en lo políticamente correcto. Y lo políticamente correcto es el uso de eufemismos para rodear aquello que no debe nombrarse. Nadie en España sabe exactamente qué es lo políticamente correcto, pero hay palabras y expresiones que se empiezan a convertir en tabúes o disfemismos a favor de las nuevas vías de expresión. Los que hoy recogen la basura no son basureros, como han sido siempre, sino técnicos de limpieza; las antiguas criadas ya no son criadas ni sirvientas, ni siquiera asistentas, sino empleadas de la limpieza o incluso señoras de la limpieza (aunque el término señora esté desapareciendo para las mujeres socialmente encumbradas a quienes que antes se le atribuían). Las niñeras o criadas ahora son cuidadoras y aunque el trabajo de obrero y empleados se sigue haciendo, ya no son llamados con tan ínfima palabra, sino encargados, pues todos son, en efecto, encargados de algo: “-¿En qué trabajas? -De encargado -¿De encargado de qué? -En una empresa de construcción”. Con lo que ha evitado contestar que es albañil, oficio poco recomendable, aunque su encargo consista en controlar que los ladrillos estén siempre en su sitio para que otro, también encargado, se encargue de colocarlos. Y para evitar distinciones en los tratamientos no llamará camarada al capataz, y tampoco compañero al jefe, pero está dejando de utilizarse la fórmula pasa al despacho del señor González a favor de pasa al despacho del delegado o del presidente o sencillamente pasa al despacho de Gonzalo, aunque Gonzalo sea el director de la institución.

Palabras que psicológicamente sonaban mal, han sido substituidas por un eufemismo que las hacen más suaves: la pérdida voluntaria de un bebé antes de nacer la llamamos IVE o Interrupción Voluntaria del Embarazo porque la palabra aborto se tiñe de connotaciones agresivas; los enfermos graves están en la UCI (unidad de cuidados intensivos), y no despedimos a nuestros seres queridos en las veladas mortuorias del domicilio familiar, sino en el tanatorio.

En esa misma línea, el lenguaje se pone al servicio de la nueva sociedad, la que desde hace dos años autoriza por ley los homosexuales a formar familia padre-padre o madre-madre con independencia de que los hijos sean algo propios, que nunca del todo, o total o parcialmente ajenos. La nueva convivencia ha transformado el uso. Así, palabras que fueron ofensivas formadas o derivadas del antropónimo María, están hoy en desprestigio o desuso porque son políticamente incorrectas frente a la generalizada voz inglesa gay.

Otras necesidades léxicas vienen fundadas en los cambios de comportamiento social. La flor de la vida, el inicio de la belleza, más femenina que masculina, puede despertarse a una edad tan temprana como los quince años. El surgimiento, la eclosión, el volcán de estética, había desarrollado un término tan popular como cariñoso: quinceañeras. Quinceañeras, o chichas de quince años, son las bellas y jóvenes, aunque tengan algunos más… Y aunque la edad fuera superior, si acompaña la belleza se extiende el término. En el extremo de la estética, en el declive, la palabra cuarentona designa la decadencia. Pero eso ha dejado de ser así. Ahora la belleza se ha hecho mucho más duradera. Ha dejado de ser raro descubrir que los cuarenta no son límite, sino continuidad. Para satisfacer y dar nombre a este fenómeno ha nacido la palabra cuarentañera, que tanto alegra, por igual, a hombres y mujeres.

El canon de belleza actual exige proporciones que nunca antes, tan amenazados por guerras y epidemias, la sociedad se habría permitido. Tampoco nunca antes, según nuestra impresión, existió una sociedad tan oronda, carnosa y mofletuda. Aquella persona delgada de antaño era un desecho social, hoy un elegante personaje, sobre todo en el sexo femenino. En el plano lingüístico ha aparecido la palabra light, en su acepción inglesa de ligero, suave, que aplicada a la alimentación significa que la ingesta del producto evita o impide la acumulación de grasas. Pero al mismo tiempo el producto ha desvirtuado el sabor. Fundados en esa consecuencia, la palabra ha viajado hacia el significado de soso, falso o desvaído. Estos significados en la lengua inglesa los cubría el adjetivo soft, por otra parte también utilizado para descafeinado o carente de algo que debería tener. Los adjetivos light y soft dan a entender que el sustantivo a que acompañan no tiene las características que se suponen: “La versión cinematográfica de la novela es muy soft, o muy descafeinada”. ”Los niños pueden ver la película, es muy light”.

Una de las expresiones más novedosas es ser algo fashion. Fashion, como ustedes saben, es voz inglesa que significa moda o manera. El uso de esta palabra en castellano parece haber variado la categoría morfológica; en inglés es un sustantivo –también un verbo, to fashion, ‘formar, hacer, adaptar, forjar’-, pero en español es un adjetivo; de este modo, unas gafas son fashion, un traje es muy fashion, y unos zapatos pueden ser muy poco fashion. Por tanto, equivaldría a moderno, de moda o actual, con estilo. En ocasiones, también se aplica a personas: Borja es muy fashion.

La clase acomodada se mueve en coches de lujo. Para los jóvenes, los coches no son lujosos, pero sí especialmente arreglados o, utilizando el nuevo adjetivo, tuneados, del inglés tunning, modificación. Los de mayor edad se trasladan en descapotables o cabriolé. Guardan su ropa de marca en amplios armarios que ocupan un espacio particular en la entrada del dormitorio, los modernos dressing-room porque la palabra vestidor ha quedado anticuada. Y se congratulan mirando su colección de camisas, de polos, de faldas, de zapatos, de lencería… Entre sus equipos, uno dedicado a algún deporte exótico como el puenting o el barranquismo, que consiste en elegir la ruta difícil que nadie ha hecho antes por un barranco, el surf, o también el vóleibol o el beisbol americano… Entre sus gimnasias preferidas, spinning y pilates… No se les ocurrirá hacer un informe llamando listado de las empresas más competitivas, sino ranking. Y para seleccionar a alguien preferirán el anglicismo casting. Tampoco hablaran de que en un avión ha habido sobreventas de billetes, sino overbooking, ni que viajan en clase preferente, sino business.

El gusto por el anglicismo se adentra, con generoso uso, en busca de expresiones arraigadamente patrimoniales como forever en frases como es mi chico forever; Oh my God para expresar la sorpresa, week-end comparte su uso con el moderno finde (calco para fin de semana…), fashion se acomoda mejor en boca de las chicas, en expresiones del tipo es un conjunto super-fashion. Sorry, please y ok se introducen sin permiso en la conversación trivial, así como las combinaciones hispano-inglesas: muchas Zenquiu para mostrar el agradecimiento, qué heavy o qué strong o muy strong para mostrar el asombro.

Las palabras y expresiones del español se crean de manera viva en una fábrica invisible propiedad de todos los hablantes, pero sin que los hablantes podamos intervenir en ello. No es fácil describir la maquinaria, pero es bueno señalar que a la fabricación patrimonial se han añadido dos potentes máquinas de hacer palabras en las últimas décadas: el enorme pero intangible aparato que fabrica siglas, y la máquina expendedora de licencias para la aceptación de anglicismos. Ambas funcionan con gran capacidad, y elaboran palabras que nacen y mueren con las realidades que acompañan, y solo algunas de ellas permanecen.

^ Necesidades tecnológicas

Los cambios en las costumbres, los inventos, las nuevas realidades, modifican constantemente la expresión. En los campos semánticos de las nuevas tecnologías el español medio se encuentra limitado en su vocabulario por la difícil tarea de hacer frente al amplio caudal de nuevas realidades y sus maneras de concebirlas. En ese deseo de expresarse ampliamente y sin complejos, prestigiamos el habla diaria desafiando a la lengua estándar. Lejos de seguir el modelo, el joven selecciona las formas que se apartan de la norma. Por eso, en el lenguaje diario y natural, cuando no se sirve de voces asociadas a un sociolecto, busca dentro de su propio repertorio léxico todas aquellas palabras o expresiones informales henchidas en sí mismas de expresividad.

Pongamos un ejemplo de gran interés. Ese dispositivo de almacenamiento tan útil en la informática que los ingleses llaman pen driver y los rusos flaska, todavía no tiene nombre en español, o, dicho de otra manera, tiene tantos que está a la espera de que uno de ellos oculte a los demás y se alce como definitivo. La publicidad, deseosa de mostrarse elegante y seductora lo llama dispositivo de almacenamiento, y cuando prefiere someterse a la invasión anglófona puede nombrarlo como memory stick, o USB memory, memory key o pen drive. De manera mimética muchos españoles lo nombran memoria stick, lápiz de memoria, llave de memoria o memoria USB. Pero el español castizo tiende a huir de la pedantería, de la cursilería y, si es posible, del anglicismo. Poco habituado a la articulación germánica, se refugia en el ingenio popular y le concede nombres tan originales como metafóricos. Los hablantes, alarmados por la complejidad, recurren a la palabra comodín: pásame el cachirulo, que es como decir pásame esa cosa pero con mucha más gracia, o bien, según he oído decir, pásame el chiriflú, que es más onomatopéyico, e incluso lo he oído llamar pinganillo… Y por su parecido con otros objetos, y en particular por su modo de introducirlo, algunas personas lo llaman pincho o pinchito, porque así se lleva hacia el ordenador, y por el desplazamiento horizontal y la forma es llamado cucaracha, y por razones que no necesito explicar, algo mucho más ingenioso y mimético, aunque también escatológico, vulgarote y relacionado con la administración de medicamentos: supositorio. ¿Qué podría entender cualquier extranjero si al llegar a una oficina oye decir: ¿Préstame tu supositorio que voy a sacar unos datos del ordenador? Lejos de estas disquisiciones los alemanes, más pragmáticos, han fijado el término en stick, y los franceses en cle usb, los italianos lo llaman penna o, elevando su afectividad, pennina (bolígrafo o boligrafito en traducción literal) y solo el español se muestra parsimonioso y abierto antes de acuñar el término.

La tecnología blue-tooth nos ha cogido por sorpresa… Y no nos ha dado tiempo a inventar nada, así que al toque de sálvese quien pueda pronunciamos a veces blutu, otras blutus, otras blutut y otras blututh. La mayoría de los franceses, incapaces de articular la consonante interdental, y mucho menos a final de sílaba, la sustituyen sencillamente por una ese, sin más historias, y pronuncian blutus.

Podríamos haber llamado bolsa de aire al air bag, pero nuestra palabra bolsa está tan especializada en la bolsa de plástico, en la bolsa de famosísimos hipermercados, en la bolsa de cosas varias que no es productivo ampliar la polisemia. Tampoco triunfó una propuesta que hubiera sido buena, globo, sencillamente globo, que todavía muchos vendedores de coches utilizan de manera familiar. Y algo parecido sucede con el cruiss, porque la fórmula control de velocidad nos recuerda a la policía, y la palabra inglesa prestigia al coche que usa la tecnología. Así que aquí tenemos a los españoles imitando con mayor o menor estilo la fonética inglesa. Mejor suerte ha corrido el GPS. La palabra navegador, que no tenía espacios en el uso, se ha alzado con gran estilo y aunque comparte su uso con gps cabe pensar que se impondrá como propia.

Teniamos, hace solo unos años, tres maneras de nombrar a lo que los anglófonos llaman e-mail: correo, imeil y por su afinidad fónica, emilio. Menos mal que el buen gusto de los hablantes, sobre todo el de los hablantes jóvenes, eliminó la tercera posibilidad. Te he mandado un Emilio desbordaba los límites de la vulgaridad.

En los transportes, el ave (alta velocidad española) ha superado los límites de desplazamiento terrestre, y en carretera la rotonda ha cambiado el paisaje de nuestras vías, la vieja palabra nudo sirve ahora también para denominar esos extensos y complejos cruces de carreteras, también salpicadas de carriles de aceleración, y de by pass o cruces. En las modernas autopistas, telepeajes que se activan con telemando y que se registran en un datafono.

En las necesidades de rendimiento y eficacia

Dos fenómenos, en busca del rendimiento y la eficacia, se muestran especialmente ricos en el nuevo vocabulario: el acortamiento de las palabras, y la apropiación y uso generalizado de determinados sufijos.

Ya no nos referimos a los acortamientos léxicos tradicionales del tipo: foto, boli, tele, por fotografía, bolígrafo y televisión, sino finde por fin de semana, porfa o incluso porfi en vez de por favor, uni por universidad, insti por instituto, y recientemente el acortamiento trisílabo, también como rebeldía hacia el pasado: manifa en vez de manifestación, biblio por biblioteca, o los monosílabos: bus por autobús, Gon por Gonzalo o Ra por Rafael o Pe por Penélope… había que innovar, y era necesario huir de las formas bisílabas. ¿Sabes que me he encontrado con Gon en la Biblio? – podríamos oír decir.

La apócope es un fenómeno característico en todas las lenguas. La gente de clase expresan su alegría con ¡Qué diver!, en lugar de ¡Qué divertido! Secuencias similares aparecen en ¡^ Qué ilu!.

El sufijo característico emergente es tras huir de los tradicionales -ito, - ita que aparecen en regalito y cosita, los novedosos -ata y -ota: así, el bocadillo de los desayunos es un bocata, el desagradable amigo que se ha complicado la vida consumiendo alguna droga es un drogata, el combinado alcohólico de las fiestas no es un cubalibre, sino un cubata, el vigilante de seguridad de bancos y empresas es un segurata, y el que, acuciado por la edad ha dejado de trabajar y va a vivir tranquilo el resto de su vida es un jubilata. De la misma manera el militante intransigente del partido socialista es un sociata. La inspiración surgía en pasota, que es el que, para evitar conflictos, huye de cualquier adversidad.

Conclusiones

Las lenguas son el espejo de la sociedad que las sustenta y tienen vida en la medida en que bullen y cambian sus hablantes. El español es una lengua ardiente, cálida, adaptable, capaz de modelarse y adaptarse a las situaciones, y los españoles somos tan indisciplinados como indecisos, tan brillantes en la elocuencia, como chispeantes en situaciones festivas, tan dignos en el ceremonial como ocurrentes en la fiesta, tan altos en la nobleza como plebeyos en la estrechez. Y hemos de confiar en sus posibilidades y utilizarla como uno de los instrumentos más útiles de comunicación que ha producido la humanidad. Hemos de gozar con ella y aprovecharla como de una propiedad tan suntuosa como económica, fiel y dócil a través del tiempo y del espacio, a través de las generaciones.

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ДЕНИСЕНКО ^ Г.В. (МОСКВА, РОССИЯ)

КАРНАВАЛЬНАЯ КУЛЬТУРА XVIII ВЕКА