Испанский язык в контексте диалога культур: исследования и преподавание
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^ DE COMUNICACIÓN
Cuando cualquier persona comienza a reflexionar sobre su lengua le asaltan dudas, qué es lo que está bien dicho y qué no, si existe tal o cual palabra, cuáles son los límites de la lengua, cuál es la riqueza de su léxico. Esto ocurre porque el hablante necesita unos puntos de referencia, unas demarcaciones para saber por dónde moverse, pues de lo contrario llegaría a hallarse perdido en su propia lengua. Sin embargo, la lengua es un organismo vivo, en continuo movimiento – en otro caso se trataría de una lengua muerta –, y sus cambios y renovaciones se producen, sobre todo, al nivel léxico, ya que las palabras, con ser muchas, no constituyen el armazón de la lengua. Unas son necesarias para establecer la comunicación, y otras son las portadoras de las significaciones, no sólo de los significados léxicos, sino de los derivados de nuestras intenciones comunicativas, de la situacion en que nos encontramos cuando hablamos (un discurso formal, una conversación familiar, una comunicación técnica, etc.).
Por un lado es necesario que el cuerpo léxico sea fijo, para que nos ayude a entendernos, a comunicarnos gracias a un código preestablecido; por otro lado, es inevitable la renovación del vocabulario, que nos permita dar cuenta de las nuevas realidades, de mostrar los conocimientos adquiridos, etc.
Otra cuestión que se plantea tratando el tema es la definición de los conceptos que no siempre se tienen muy claros, los términos del léxico y vocabulario, que a menudo se entremezclan. Hay varias opiniones, nosotros vamos a partir del punto de vista que el término de léxico se reserva para la lengua y el de vocabulario, para el habla. Las unidades del léxico son los lexemas, mientras que las unidades del habla son los vocablos y las palabras (la palabra designa toda ocurrencia de un vocablo cualquiera).
Aunque no todos los lingüistas distinguen entre léxico y vocabulario, algunos teóricos han querido precisar y limitar cada una de sus designaciones y pretenden que el léxico sea el conjunto de palabras que una lengua pone a disposición de los hablantes, y que el vocabulario sea el conjunto de las palabras utilizadas por un hablante dado en circunstancias dadas. El léxico es una realidad de lengua a la que sólo se puede acceder a través del conocimiento de los vocabularios particulares que son una realidad del discurso. El léxico trasciende a los vocabularios pero sólo es accesible a través de ellos: un vocabulario supone la existencia del léxico del que es una muestra. Resulta extremadamente difícil, y hasta imposible, enumerar las palabras que componen el léxico de una lengua, pues su número, pese a ser finito, está sujeto a cambios de enriquecimiento y de empobrecimiento que se puede ver muy claro a través de una de las muestras de la lengua, el lenguaje periodístico.
La aparición de una voz nueva en la lengua siempre sigue un proceso: en primer lugar, en una persona o grupo se crea la conciencia de una situación nueva y, por tanto, la necesidad de significarla, después se produce la elección del signo adecuado (procedente de la propia lengua o de otra, o, más raramente, se inventa); esa elección la realiza el individuo o el grupo, pero ello no es suficiente para que la palabra pase a formar parte del léxico de la lengua; se necesita su institucionalización mediante un acuerdo tácito, primero de los miembros de un grupo y luego por la comunidad. A partir de ese momento la palabra pertenece a la lengua. Los movimientos del vocabulario harán que esa voz perdure, cambie o desaparezca.
Una de las vías de institucionalización, de generalización del uso de las palabras, es su aparición en los medios de comunicación, en el lenguaje periodístico, cuyo poder difusor resulta incuestionable, más si se trata de los medios escritos, por el poder de fijación que posee la letra impresa.
El lenguaje en los medios de comunicación posee características propias, y quiero fijarme en algunos usos léxicos que se observan, principalmente, en el periodismo escrito. Según José Luis Martínez Albertos, el lenguaje periodístico es “el lenguaje profesional usado por determinados expertos de la comunicación masiva para la producción de mensajes periodísticos, sea cual sea el canal utilizado para su difusión: periódicos, radio y televisión. Estos mensajes específicamente periodísticos son fundamentalmente dos: el relato y el comentario”, con lo que queda fuera el lenguaje de la publicidad, de la propaganda y de las relaciones públicas.
La inseguridad que manifiestan los hablantes cuando se preguntan si existe una palabra o no, si está bien dicha o no, si se puede emplear o no, alcanza igualmente a los periodistas. Bien es cierto que ellos habrían de mostrar una mayor firmeza y esfuerzo en el uso lingüístico. Su inseguridad se pone de manifiesto a cada paso cuando marcan algunas palabras del texto encerrándolas entre comillas, o poniéndolas con letras cursivas, para señalarnos que se trata de un uso nuevo, de un valor no consignado en el diccionario, o de una palabra “inexistente” (tomada de otra lengua, creada para la ocasión, o con un valor que no es el habitual).
Sin embargo, en este caso es imposible adoptar una postura rígida y exigir un esfuerzo para encontrar el empleo o la forma adecuados, ya que eso no siempre es posible debido a la rapidez, a la inmediantez, con que se produce el trabajo del periodista y que no le deja un tiempo de reacción adecuado. El léxico es cambiante y por eso los periodistas a veces yerran en sus apreciaciones. Sin embargo, cuando algún uso incorrecto se generaliza, se hace normal, habremos de admitir que se ha operado un cambio en la estructura del léxico. Podremos estar en desacuerdo con el origen o el procedimiento, pero no se debe desdeñar nada que venga a enriquecer la lengua. Manuel Casado escribe que “si es cierto que los extranjerismos no son necesariamente húespedes indeseables, también es verdad que no puede acogerse, sin discernimiento, toda palabra extranjera. El que una palabra no esté registrada en el Dicionario académico no significa que su uso no sea perfectamente lícito; aunque puede ocurrir que, efectivamente, no lo sea”.
Los medios de comunicación son un lugar excelente para encontrar palabras de nuevo cuño, también por las características de los neologismos, pues “la neología supone al mismo tiempo utilización del código y subversión del mismo; reconocimiento y trasgresión de la norma; creatividad gobernada por las reglas y creatividad que cambia las reglas”, muy en consonancia con lo que es la utilización del lenguaje en esos medios. Según José Luis Martínez Albertos, “el lenguaje periodístico es una de las parcelas de la comunicación lingüística donde el neologismo tiene un indiscutible derecho a ser reconocido como moneda de uso legal... Pero el problema se nos va a plantear a la hora de discernir cuándo un neologismo es necesario y cuándo es superfluo. Para ser coherente con el planteamiento..., mi criterio personal es que en el lenguaje periodístico deben ser admitidos como neologismos provisionalmente necesarios muchos vocablos – los llamados neologismos de forma – que tal vez en cualquier otro campo de la actividad humana podrían ser considerados todavía como innecesarios o prematuros”. A lo que añade: “aunque el lenguaje perodístico tiende por sistema a una admisión generosa de los nuevos vocablos y de las nuevas acepciones, el compromiso cultural de los periodistas con el cuerpo social al que pertenecen les obliga a buscar una fórmula de equilibrio para que los usos profesionales respecto al idioma tengan siempre en cuenta la importancia de la unidad de la lengua en el seno de la comunidad hispanohablante”.
La discusión surge por la oportunidad y la necesidad del nuevo término, por lo que se distingue entre los neologismos denotativos, o surgidos de necesidades designativas por faltar una voz o expreión adecuada en la lengua para dar un nombre a un objeto, a un concepto nuevo, y los neologismos de carácter estilístico, que aparecen por las necesidades subjetivas de quien lo emplea para expresar de una forma inédita cierta versión personal del mundo, traducir ideas de una manera nueva.
Uno de los rasgos más característicos del lenguaje periodístico de nuestro siglo, y especialmente de las últimas décadas, es el enorme flujo de voces foráneas. Aparecen en todos los dominios, y suelen emplearse en ámbitos técnicos, como en la economía o en el deporte. Los extranjerismos formales son abundantes y fáciles de detectar en cualquier periódico, sobre todo porque suelen aparecer marcados tipográficamente. Se trata de los llamados palabras citas pues se mantiene sin cambios la forma de la lengua original (bypass, crack, drag queen, e-mail, hacker, snowboard, walkman, web, etc.). Es frecuente la presencia de no pocos galicismos, muy empleados, tanto que el diccionario académico ya recoge alguno de ellos, (como maillot, affaire), pero no todos (après-ski, prêt à porter, etc.). En el lenguaje de la prensa de vez en cuando se presentan italianismos, pocos, como tifosi, paparazzi, capo, etc. Además podemos encontrarnos con voces de diverso origen: karaoke, ginseng, bonsai, kilim, hutu, etc. Con frecuensia el uso de voces extranjeras se encuentra en ámbitos muy específicos, como en lenguaje deportivo, especialmente en el tenis y el golf: match-ball, break, tiebreak, bogey, birdie, swing, pole-position. Por influencia del inglés aparecen algunas palabras españolas a las que se les añade la terminación -ing, presente en algunos anglicismos de gran uso camping, leasing, parking, ranking o zapping. De este modo encontramos puenting, cañoning. Son más difíciles de apreciar los calcos samánticos, esto es, el uso de voces patrimoniales con significados tomados de otras lenguas, como el frecuentísimo humano para hablar de personas, a partir del inglés human, generalizado a partir del lenguaje científico-técnico:
^ ... Yo creo que los humanos queremos mucho a los perros y los perros nos quieren mucho a nosotros (El País VIII-96).
Hasta la fecha se han realizado ensayos clínicos en humanos con islotes betapancreáticos alogénicos en la diabetes mellitus tipo (ABC XI -96).
Otro tanto cabe decir de “conductor” con el valor de ‘director de un film, orquesta, etc., o presentador de un programa de radio o televisión’:
^ En su página 3 detallan quiénes serían los conductores y editores de los informativos diarios (El País IX-99).
Podríamos citar otros calcos semánticos, como “halcón” y “paloma”, “nominar” y “nominación”, “agresivo”, “fleco”, etc.
Otra de las características del lenguaje periodístico es el frecuente empleo de los tecnismos, cuya compresión resulta difícil si no imposible, pero cuyo uso está motivado por la necesidad de dar cuenta de elementos que no se pueden nombrar de otra manera. Por el deseo de dar a sus crónicas un aire más técnico con el fin de que parezcan más objetivas o que el periodista parezca más culto, además de la tendencia por hacer palabras más largas debido a la ampulosidad del lenguaje periodístico, existe una tendencia a evitar las palabras sencillas y cotidianas. Es frecuente, por ejemplo, ver argumento ingormático por información. Por esto es por lo que abunda el empleo de sufijos cultos allí donde no son necesarios. Por elemplo, rumorología para la ‘difusión tendenciosa de rumores (noticias)’:
^ Ya hay un nuevo nombre para aumentar la rumorología de fichajes madridistas (El Mundo IV-98).
Otras veces lo que se hace es emplear las palabras fuera de su ámbito originario, de manera metafórica. Así por ejemplo, la cosmética es el ‘efectismo, acción superficial que no toca el fondo de la cuestión’:
^ El diálogo con la oposición no es cosmética (El País X-99).
Cocinar es ‘preparar o arreglar un asunto’:
El Betis necesitaba aire fresco. Y Lorenzo Serra Ferrer puso de su parte para cocinar una revolución (El País III-96).
Por la aversión hacia las formas sencillas y por el afán creativo, es por lo que en el lenguaje periodístico encontramos continuamente palabras compuestas y formadas con prefijos y sufijos. Resulta muy grande la cantidad de voces que pueden formarse con un único elemento prefijal. Valga como muestra mini-: miniasignatura, minibar, minicámara, minicoche, minicontacto, miniconvención, miniderbi, miniencendedor, miniencuentro, minientrevista, miniespacio, minifaldero, minijuego, minikart, minilaboratorio, minilección, minimoto, miniserie, minisubmarino, minivestido. Y resultados similares aparecerían si miráramos las formaciones con anti-, auto-, ciber-, macro-, maxi-, micro-, neo-, pro-, semi-, tele-, video-, etc. Frente a la abrumadora presencia de elementos prefijales, y de palabras constituidas con ellos, resultan ser mucho menos abundantes las voces nuevas construidas con sufijos. Este grupo de palabras no son tan nuevas, pues parten de bases léxicas ya existentes en la lengua; mediante sufijos se nominalizan verbos: blindaje, etiquetaje, delegalización, fotoenvejecimiento, languidacimiento; se hacen sustantivos a partir de adjetivos: bidimensionalidad, biocompatibilidad, cotidianeidad, excepcionalidad pijería; sustantivos a partir de otros sustantivos: besada, bicicletada, cacerolada, goleada; adjetivos a partir de sustantivos: gravitacional, neocatucumenal, nutricional, promocional, redaccional, suburbial; de verbos: abatible deformable, esquiable, oxigenante, revitalizante, tonificante; y de otros adjetivos: multilingual; verbos a partir de adjetivos: globalizar, ilegalizar, inactivar; y de sustantivos: bachillerizar, descorbatizar, faxear, mapear, victimizar; o simplemente, se alargan términos conocidos de acuerdo con la tendencia para hacer palabras más largas (contabilizar, culpabilizar, publicitar, posicionamiento, etc.).
Merecen un párrafo a parte también los derivados de nombres propios, y tan pronto como salta un personaje a la palestra allá está su nombre derivado, que durará tanto como dure la notoriedad del individuo. Ciertas formaciones permanecen más tiempo en los periódicos, y así estamos acostumbrados a encontrar felipista y felipismo, aznarista, thatcheriano, etc., al igual que existen enchufismo, beticismo o madridismo y madridista. El ingenio del creador se manifiesta en algunas ocasiones, como:
El término concreto que emplearon varios dirigentes para definir este fenómeno es “pujolear”, en alusión a la táctica del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, para arrancar inversiones del Gobierno de la nación (El País, XI-96).
^ Los socialistas han acuñado un n uevo término para definir la estrategia amenazante del PA, el “pujoleo” (El País, XI-96).
Tales son la tendencias que se ven en el lenguaje periodístico, y queda aún por hacer una mención a la composición de palabras. Es abundante en el lenguaje de la prensa por ser un procedimiento que se presta para la expresividad tantas veces buscada en ese lenguaje. Destacaremos algunos tipos atendiendo a la morfología de sus constituyentes: costituyentes formados de un verbo + un nombre: lavafaros, cazarrecompensas, reposacabezas, cuentacuentos, quitasueldos; conmuestos formados de dos nombres: buque cisterna, coche bomba; compuestos formados de un nombre + un adjetivo: ojinegro, cejijunto; compuestos de un adjetivo + un nombre, este orden determinante + determinado es extraño a la sintaxis española. Estos neologismos son a menudo calcos del inglés: librecambio, largometraje.
El lenguaje periodístico resulta de la síntesis de varios registros, se entiende fácilmente que la prensa sea el principal elemento difusor de las siglas, cuyo origen se encuentra en el lenguaje administrativo. Nombran multitud las organizaciones, asaciaciones, partidos, empresas, etc., que se conocen únicamente a través de la sigla que la designa. Junto a las siglas bien conocidas, como IU, PP, CCOO, BOE, PENFE, PER, y tantas otras que aparecen en los medios de comunicación, algunas de ellas han llegado a lexicalizarse, a ser palabras normales, habiendo olvidado su origen, o de que son siglas: ovni, grapo, elepé, opa, diu, pyme, mibor.
Otro procedimiento muy rentable, y próximo al de la siglación, es el del acortamiento de palabras, de manera que a cada cambio del precio de la gasolina nos encontramos con la super más cara y vemos continuamente noticias referidas a narcos. Un mini es cualquier coche de pequeñas dimensiones. Pero es que también mini puede ser utilizado como adjetivo – además del valor prefijal que vimos antes –, para denotar algo de reducidas dimensiones, especialmente ropa:
^ Minis o supergrandes, los jerseys de peluche son los reyes del otoño (El País X-98).
Como hemos visto el lenguaje periodístico escrito es una rica fuente no sólo de ejemplos con los que ilustrar los procesos de formación e incorporación de palabras en la lengua, sino también para tomar el pulso de la vitalidad de ésta, para conocer la capacidad que posee para soportar la llegada de extranjerismos, y su potencialidad creadora, que hacen que siga viva, produciendo novedades a cada instante. Sin embargo un afán desmesurado por todos estos neologismos podría traer consigo unas catastróficas consecuencias para la lengua, por ello “el periodista necesita tener en cuenta las tres cautelas que caracterizan a los lenguajes sectoriales correctamente elaborados: a) cierto grado de creatividad lingüística; b) rechazo de elementos críptico; c) utilización ponderada y pragmática del lenguaje científico-técnico. De esta forma, el periodista alcanza los objetivos sociales que justifican su presencia en la dialéctica social de la comunicación de masas en el mundo contemporáneo”.
Así pues en el lenguaje de la prensa encontramos en plena acción todas las fuerzas que ayudan al aumento del vocabulario. Unas veces las palabras nuevas son necesarias por la nueva realidad que se debe nombrar, otras no. En ocasiones, las nuevas realidades traen consigo términos foráneos que teminan por aclimatarse en la lengua, en otras vemos el litigio en toda su efervescencia, en otras, se acude a los procedimientos existentes en la lengua. Las necesidades expresivas que sienten los medios de comunicación, llevan también a la introducción de voces nuevas.
En la prensa se manifiestan, pues, las tendencias actuales del léxico, ya que el lenguaje del periodismo resulta de la síntesis de otros lenguajes. Por ello, actúa de catalizador y de difusor de una amalgama de elementos. El éxito de una palabra nueva depende de la aceptación por la sociedad, y sobre ella ejerce una notable influencia la prensa. La creación e introducción de términos nuevos no puede significar un empobrecimiento, ha de ser un proceso enriquecedor para la lengua y para sus hablantes, ya que el dominio de los medios de expresión es uno de los mayores bienes, pues nos permite manifestarnos como personas, y que seamos capaces de entendernos y comunicarnos con los demás, para ello vivimos en la sociedad.
^ АНИКЕЕВА Н.Е. (МОСКВА, РОССИЯ)
РОССИЯ И ИСПАНИЯ: ПОЛИТИЧЕСКИЕ И
КУЛЬТУРНЫЕ СХОДСТВА НА СОВРЕМЕННОМ ЭТАПЕ
N. ANIKEEVA (MOSCÚ, RUSIA)
RUSIA Y ESPAÑA: SEMEJANZAS POLÍTICAS
^ Y CULTURALES EN LA ACTUALIDAD
“Europa y España necesitan una Rusia prospera y unida y cada vez mejor integrada en Europa y en el mundo occidental”, – subrayo Sr. D. Javier Elorza, Embajador de España en la Federación de Rusia1.
El espacio de las culturas rusa y española a lo largo de los siglos nos hace plantear la cuestión sobre el papel de un puente entre Oeste y Este que éstas han desempeñado y siguen desempeñando entre Oeste y Este. Una larga (de siglos) coexistencia con culturas ajenas (aunque no siempre enemigas) – culturas limítrofes (Oriente Próximo, Balcanes, Cáucaso, España, Rusia) son especialmente receptivas ante influencias externas y a la vez conservan con celos su identidad. Esta particularidad explica la, tan típica para las culturas rusa y española, permanente tensión entre dos tendencias adversas: “receptividad total” y la conservación de las tradiciones, la correlación de las cuales no sólo es natural, sino la única posible para las culturas de tal índole, un factor dinámico de su evolución2.
Hablando de la identidad cultural, no podemos olvidar que su substrato consiste en la experiencia histórica conjunta más adaptación a los ecosistemas. Base de la conciencia de esa identidad lo es la memoria histórica y cultural. El substrato este, a pesar de toda la diversidad lingüística, geográfica y étnica de España, existe permitiendo, en nuestra opinión, hablar de la cultura española como de una compleja estructura compuesta de distintos elementos – subculturas que gozan de independencia e identidad de alto nivel.
Es evidente que entre España y Rusia hay paralelos históricos. Por ejemplo, la “generación del 98” en España y el “siglo de plata” en Rusia, pese a la profunda singularidad nacional de cada uno de los dos fenómenos, jugaron el mismo papel – culminaron el periodo clásico de sendas culturas y a la vez crearon bases de la modernización de las mismas en concordancia con necesidades propias del siglo XX3.
La revolución de Octubre en Rusia y la Guerra civil en España – que también fue una especie de revolución y llevó a la victoria del franquismo.
En el siglo XX los dos países intentaron llevar a cabo la predestinación mesiánica de antaño – en España, sobre la base nacional y religiosa (hispanidad) y en Rusia, sobre la base internacionalista y de clase (comunismo), y los dos intentos fracasaron.
En la URSS la “perestroika” se inició en 1985, 10 años después del inicio de la transición de la dictadura franquista a la democracia en España. En los dos casos, las transformaciones fueron iniciativa de los grupos dirigentes. Madrid emprendió el rumbo de contribuir al desarrollo de la economía de mercado en los países de la Europa del Este, y más tarde, en Rusia. El Gobierno español aspiraba a asumir el cargo de un país que abriera a la”nueva democracia del Este” camino hacia Europa Occidental y fuera su instructor durante la adaptación a las reglas políticas y sociales del Oeste. Esa aspiración fue uno de los momentos de principio en la política exterior española. Para el mundo occidental era evidente la intención de F. González de ser “asesor” de los dirigentes soviéticos en la esfera de la construcción política de la Europa Occidental4. Es importante que desaparecida la URSS, esa política se siguiera aplicando.
Así, en diciembre de 1991, España, junto con otros países de la UE, reconoció formalmente a Rusia como sucesora de la URSS. El Gobierno español partía de que la renovación democrática de Rusia debiera llevar a la creación de un sistema más sólido de seguridad y cooperación en Europa. Tal enfoque no cambió en rasgos generales durante el enfrentamiento de las estructuras presidenciales y órganos legislativos en Rusia en 1993. Mientras el conflicto, la dirección española adoptó la posición de apoyar incondicionalmente al poder presidencial ruso en su enfrentamiento político y, más tarde, militar con sus opositores en septiembre y octubre del mismo año. La constitucionalidad y admisibilidad de las acciones del presidente Eltzin y su administración en ese conflicto para los dirigentes españoles no evocaron dudas.
España se integró en la comunidad europea. Rusia sigue el camino de integración europea. Los dirigentes españoles anunciaban la necesidad de establecer, con la Rusia renovada, relaciones políticas y económicas cualitativamente nuevas y señalaban que Rusia no tiene que ser aislada de la Europa Occidental política ni económica ni militarmente5. Madrid insistía en que la UE siguiera de cerca los cambios radicales en el mundo, fuera capaz de elaborar una postura coordinada y encaminada a apoyar reformas en Rusia y tuviera en cuenta los intereses de Rusia tanto en Europa como en todo el mundo. En 1995, España fue el primer país en concluir el procedimiento de ratificar el Convenio de colaboración entre la RF y UE que fue suscrito en la isla de Corfú en julio de 1994 y entró en vigor el 1 de diciembre de 19976. En opinión del entonces ex Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia I.S. Ivanov, “Rusia siempre ha aprobado el papel práctico de España en los asuntos internacionales”.
En Madrid, en el contexto de la política internacional, una gran importancia se da a la colaboración con Rusia, con la cual España tiene mucho en común en cuanto al enfoque ante muchos problemas internacionales. Es necesario subrayar que en las relaciones entre los dos países no hay cuestiones “piedra obstáculo”.El desarrollo dinámico de la colaboración ruso-española en distintas esferas abre nuevos horizontes de la cooperación tanto a nivel bilateral como en el marco internacional. Después del desplome de la URSS, Rusia se convirtió en un socio comercial permanente español y España obtuvo la posibilidad de acceso muy eficaz al mercado ruso. Es importante que los dirigentes ruso y español, busquen un lenguaje común en lo que se refiere a los problemas más pendientes de la actualidad y existan enfoques parecidos en cuanto a la mayor parte de las cuestiones de la política internacional7.
“En los utlimos anos las relaciones a nivel político entre España y la Federación de Rusia han sido excelentes. La concordancia sobre el fondo en muchas cuestiones internacionales (multipolarismo, preeminencia de Naciones Unidas…), sustenta las buenas relaciones políticas entre ambos países. Sin embargo, la intensificación de esas relaciones depende en gran medida del desarrollo de las relaciones de la Federación de Rusia con la Unión Europea y con los principales organismos económicos internacionales.
Así en estos momentos Rusia esta finalizando sus negociaciones para adherirse a la Organización Mundial de Comercio (OMC), que establecerá y reglamentara las relaciones económicas y comerciales de este país con el resto del mundo. Rusia aun debe acordar los términos de su adhesión con 25 países de los cuales el mas importante son los Estados Unión (que desea obtener de Rusia una apertura de su sistema bancario permitiendo el acceso de la Banca extranjera al Mercado ruso). Por otro lado, los principales países iberoamericanos, especialmente Brasil y Argentina, pugnan por abril de 2005 el Mercado ruso a sus exportaciones agrícolas.
También Rusia ha solicitado la entrada en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de Paris, lo que le llevara a asumir nuevas obligaciones, especialmente importantes en los campos de los servicios, de las inversiones y de los pagos transfronterizos.
En relación con la Unión Europea, el Presidente Putin acaba de firmar en Moscú en la Cumbre Unión Europea-Rusia de 10 de mayo de 2005, los “4 Espacios Comunes” (económico, de seguridad interior, de seguridad exterior y educativo-cultural y científico), que constituyen 4 hojas de ruta que deberían conducir a medio y largo plazo a las 4 libertades básicas de un gran Mercado comus (mercancías, servicios, capitales y personas) del Atlantico a Vladivostok”8.
Quizás numerosos paralelismos en las culturas y destinos de nuestros Estados se expliquen por el hecho de pertenecer España y Rusia a las regiones limítrofes en el contexto de la civilización occidental9.
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^ АРСУАГА ГЕРРА М. (МОСКВА, РОССИЯ)
КРАТКИЙ ЭКСКУРС В ИЗУЧЕНИЕ РАЗГОВОРНОГО