М. И. Киеня «практический курс испанского языка. Завершающий этап обучения» аннотация электронное приложение к учебник
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СодержаниеРаздел A. Текст для устного реферирования 1 (SH. A. 1) ¿QUIÉN TIENE DERECHO A EXISTIR? Текст для устного реферирования 3 (SH I. 3) UNOS POBRES MÁS SANOS |
- В. С. Виноградов Грамматика испанского языка Практический курс Рекомендовано Министерством, 7528.27kb.
- В. С. Виноградов Грамматика испанского языка Практический курс Рекомендовано Министерством, 6951.4kb.
- Общий курс испанского языка (15, 20, 25 и 30 часов в неделю), 26.89kb.
- Рабочая программа по дисциплине «Практический курс иностранного языка» Для студентов, 100.29kb.
- Вводный курс. Часть I. Испанский алфавит Особенности испанского произношения Буква, 2699.92kb.
- Рабочая программа дисциплины «перевод экономического текста», 281.65kb.
- Практический курс немецкого языка Учебно-методический комплекс дисциплины, 2085.47kb.
- Курс ведет доктор пародонтолог Терентьева Елена Витальевна практический стаж 16 лет,, 32.16kb.
- В. Д. Аракина издание четвертое, переработанное и дополненное Допущено Министерством, 2717.43kb.
- Владимира Дмитриевича Аракина одного из замечательных лингвистов России предисловие, 3598.08kb.
TEMA III: LA SALUD HUMANA (SH)
Раздел A.
Текст для устного реферирования 1 (SH. A. 1)
¿QUIÉN TIENE DERECHO A EXISTIR?
Cesar Nombela, catedrático de la Universidad Complutense, ABC
La pregunta puede revestir caracteres dramáticos, de hecho, a lo largo de la Historia; las más diversas tiranías se han atribuido la facultad de dar respuestas a este interrogante por los medios más expeditivos. Expresiones como la de «limpieza étnica» reflejan ese dramatismo, que supone el que algunos seres humanos cuestionen el derecho de otros a existir y a propagar su estirpe. A pesar de la condena que parecería que merecen estas prácticas, no podemos olvidar situaciones actuales en las que se niega el derecho a existir a seres humanos concretos.
La pregunta que nos hacemos cobra una dimensión especial a la luz de lo que posibilita el desarrollo biotécnico. Entre estas posibilidades está la selección embrionaria, ya que desde hace más de treinta años la vida humana puede comenzar fuera del seno materno lo que constituye la técnica de reproducción humana mediante fecundación in vitro (FIV). El cigoto es portador del material hereditario en su totalidad, el que define el programa genético del nuevo individuo, y constituye su corporeidad, que se irá materializando en un proceso de incremento gradual.
La tecnología amplía los espacios de dominio que el hombre puede ejercer sobre la vida de los individuos de su especie. Las intervenciones posibles van mucho más allá de la mera utilización de la FIV para procurar descendencia a quienes no pueden procrear de manera natural. La pregunta sobre quién tiene derecho a existir puede tener una respuesta programada deliberadamente, ya que la tecnología hace posible tanto la selección embrionaria, como la propia modificación genética del embrión. Mediante biopsia del embrión temprano, cuando este consta de ocho células, se pueden extraer dos de estas células para proceder a su análisis genético con fines diagnósticos. Es el diagnóstico genético preimplantatorio, no exento de riesgos para el embrión, al que se priva de la cuarta parte de su material celular, con la esperanza de que a pesar de ello se pueda reconstituir y ser gestado para dar lugar a un nuevo ser humano. En cualquier caso, ese diagnóstico genético se practica con finalidades de selección, para decidir si es aceptable o no la transferencia de un embrión concreto al cuerpo materno. La sociedad, en cuyo nombre los poderes públicos deciden la validez de estas actuaciones, debe conocer el alcance y las consecuencias de una tecnología que va directamente a la raíz de la cuestión de quién tiene derecho a existir, en función de su diseño biológico. La inmensa mayoría de los seres humanos somos portadores de un programa genético, propio y único, derivado del de nuestros dos progenitores —padre y madre— pero establecido por la propia naturaleza y no por voluntad de terceros. En cambio, la selección embrionaria en función de un diagnóstico genético previo, puede dar lugar a individuos con una constitución genética predeterminada, de entre las posibles para la descendencia de los progenitores concretos.
La legislación española permite la selección embrionaria, bien para evitar deficiencias genéticas conocidas, o para beneficio de terceros. En este último caso se pretende el nacimiento de los llamados bebé-medicamento, que sean compatibles con el posible beneficiario a efectos de trasplante. Para ser precisos, hay que puntualizar que la ley no abre esta práctica con carácter general, sino que establece la posibilidad de autorizarla caso por caso.
Se ha acuñado la expresión «persona programada genéticamente», al señalar el impacto que todo ello tiene en la autocomprensióс de la propia existencia. En nuestra libertad puede estar el cambiar de opinión pero no el cambiar de genes. En definitiva, el individuo seleccionado, puede percibir muchas circunstancias de su existencia como algo condicionado por una decisión externa, lo que no ocurre con los demás seres humanos. Se impone el llamar la atención sobre el significado de algunas actuaciones sobre la vida humana embrionaria. Muchas se pretenden justificar en función de posibles aplicaciones médicas derivadas de la nueva tecnología.
No cuestiono el valor del avance biomédico, que creo compatible con el imprescindible respeto a la vida humana. Véase, por ejemplo, lo ocurrido con la investigación en células madre y la progresiva constatación, que ya pocos discuten, de que el avance en este terreno no va por la vía de la destrucción sistemática de embriones humanos. Sin embargo, me parece imprescindible referirlo al principio fundamental, establecido en todo tipo de iniciativas y convenios internacionales: el respeto a la dignidad humana. Se proclama en estas normas que nunca los intereses de nadie, ni tampoco de la propia Ciencia, pueden prevalecer sobre los de la persona humana afectada.
La selección embrionaria, así como cualquier otra actuación, que determine la dotación genética de quienes vayan a nacer, sólo puede ser juzgada a la luz de las conciencias que pueda tener para quien es el sujeto directo de esta actuación. El respeto a la dignidad humana, la consideración de la igualdad radical de todos los seres humanos, comienza desde el inicio de la vida de cada individuo. Nadie está facultado para decidir quién tiene derecho a existir.
Текст для устного реферирования 2 (SH. A. 2)
Cien años sin ir al médico
Valentín Fuster publica las últimas claves científicas sobre el olvidado arte de vivir sano
Javier Sampedro, ABC
"¿Qué es peor para el corazón, el estrés o la mala alimentación?", preguntaron desde el anfiteatro, y Valentín Fuster respondió: "El corazón es mucho más complejo que todo eso. Lo peor, tal vez, sea no enseñar a los niños lo que significa la palabra tolerancia". El cardiólogo estaba presentando su libro La ciencia de la salud (Planeta). Ha escrito otros para médicos e investigadores, pero basta echar un vistazo a la foto de la contraportada para ver que éste es distinto: Fuster no sostiene una probeta, ni un fonendoscopio, sino una manzana hermosa, roja y desafiante.
"La chispa que encendió este libro es la inmensa paradoja en que vivimos inmersos", dice el director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai de Nueva York. Fuster, por ejemplo, recibe 150 correos electrónicos al día. Por supuesto, no tiene la menor esperanza de responderlos, pero el mero hecho de no poder hacerlo le va sumiendo en un desasosiego que no deja de ahogarle hasta la mañana siguiente, cuando se encuentra con la siguiente remesa de 150.
"Es la enfermedad del e-mail, vivimos todos estresados, no tenemos tiempo para nada y eso nos lleva a fumar o a engordar. Pero luego, si te das una vuelta por la ciudad, los niños que solías ver corriendo ya no corren: están sentados con la videoconsola o el teléfono móvil". Seguro que cuando crezcan le mandarán e-mails a su cardiólogo. "El sedentarismo les producirá obesidad y depresión".
He ahí la paradoja: gente que va como loca (estrés), pero sin mover un dedo (sedentarismo). Fuster, que ha presenciado atónito ese gran cambio social durante los últimos 20 años, ha publicado este libro para desglosar esas dos grandes causas de la enfermedad cardiaca, y para proponer soluciones. No soluciones tecnológicas, sino filosóficas: el tipo de medicina que se receta pensando y se toma leyendo. Una sola dosis, cien años de efecto terapéutico.
Fuster firma La ciencia de la salud con el periodista científico de La Vanguardia Josep Corbella, que ha aprovechado las frecuentes visitas a España del cardiólogo para someterle a un total de 100 horas de entrevistas. El cardiólogo explicó ayer: "Josep Corbe11a es el alma del libro. Desarrolló el formato, distribuyó los capítulos y lo redactó. Mi papel fue aportar la información, producto de mi experiencia profesional de 30 años en cuatro países ricos y pobres, con una medicina muy heterogénea".
Fuster es un científico de traslación muy influyente. Los investigadores básicos exploran tierras incógnitas, pero los médicos clínicos — los que tratan con pacientes - sólo pueden aplicar técnicas que ya han probado su eficacia. Alguien tiene que ponerse en medio, y ésos son los científicos de traslación.
Por ejemplo, los investigadores básicos pueden estar enamorados de los genes del infarto y las células madre que prometan reparar el corazón, pero Fuster no lo está, ni lo estará mientras esas áreas de investigación no le vendan algo sólido que él pueda a su vez revender a la comunidad clínica.
Pero hay una tecnología sólida que sí necesita una buena campaña de ventas, y con urgencia: la prevención. Como dicen Fuster y Corbella: "Hoy día los médicos son capaces de salvar al 90% de los pacientes que llegan a urgencias con un infarto, pero no son capaces de evitar que lo tengan".
En Europa, las enfermedades del corazón matan más que todos los cánceres juntos. Y en el mundo, matan más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. En 1990, el infarto y las enfermedades cardiovasculares mataron a 14 millones de personas en el planeta. Pero Occidente está exportando su estilo de vida — ese correr a ninguna parte sin mover un dedo — a tal ritmo que, de mantenerse, la cifra subirá a 25 millones de muertos en 2020, según la estimación de la Organización Mundial de la Salud.
La ciencia de la salud puede leerse de un tirón, pero también por capítulos sueltos. Cada lector encontrará el suyo fácilmente: exceso de peso, colesterol, hipertensión, los peligros de los dulces y las grasas, el alcohol y el tabaco, el estrés y las drogas, el infarto y la vida después de él. Pero también el aire libre, las emociones y la felicidad como seguro de vida.
Fuster asegura que "hasta una salchicha frankfurt puede formar parte de una ideal". Su libro no impone ni prohibe nada. Todo en él es ciencia puesta no al día, sino al minuto. Y, sin embargo, todo lo que pretende es que el lector aprenda a vivir. A vivir cien años sin ir al médico. "Si me lo piden", dice Fuster, "no tendré el menor reparo en conducir una ambulancia a los ochenta años". Lo hará. Sin duda es la mejor forma de ir en una ambulancia.
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UNOS POBRES MÁS SANOS
Jeffrey Sachs, El País
La expectativa de vida en los países de renta elevada del planeta es hoy de 78 años, mientras que en los países menos desarrollados es de 51, y sólo de 40 en algunos países africanos asolados por el sida. Por cada 1.000 niños nacidos en los países ricos, 7 mueren antes de su quinto cumpleaños; por cada 1.000 nacimientos en los países más pobres, son 155 los que mueren antes de cumplir cinco años.
Estas muertes no sólo son tragedias humanas, sino también desastres para el desarrollo económico: reducen sistemáticamente el crecimiento económico y contribuyen a mantener a los países más pobres atrapados en la miseria. Sin embargo, existen cada vez más programas en todo el mundo que demuestran que la muerte y la enfermedad entre los pobres pueden reducirse notablemente y con rapidez mediante inversiones selectivas en programas de salud pública.
En los últimos años se han producido grandes triunfos gracias al Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. El fondo ha suministrado dinero a más de 130 países para intensificar sus programas contra estas tres enfermedades asesinas; ha facilitado que aproximadamente un millón de africanos reciban medicamentos para el tratamiento del sida, ha financiado la distribución de alrededor de 30 millones de mosquiteras para combatir la malaria y ha sufragado el tratamiento de unos dos millones de personas con tuberculosis.
En este mismo sentido, una campaña dirigida por el Club Rotario Internacional y diversos socios ha erradicado prácticamente la poliomielitis. Están lográndose resultados hasta en los lugares más remotos y difíciles, como los Estados más pobres del norte de India. India, además, está haciendo muchas otras cosas, gracias a su extraordinaria Misión Nacional de Salud Rural que es la mayor campaña de salud pública del mundo.
Todos estos programas demuestran que no son ciertos tres mitos muy generalizados. El primero es que las enfermedades entre los pobres son inevitables e imposibles de prevenir, como si los pobres no tuvieran más remedio que enfermar y morir prematuramente. En realidad, los pobres mueren de causas conocidas e identifícables que, en gran parte, se pueden prevenir y tratar de forma muy barata. No hay excusas para los millones de muertes de malaria, sida, tuberculosis, polio, sarampión, diarrea e infecciones respiratorias, ni para las muertes de tantas mujeres y tantos niños en el parto o poco después.
El segundo mito es que es inevitable que se despilfarre la ayuda de los países ricos. Los líderes ignorantes de los países desarrollados repiten esta falacia tan a menudo que la han convertido en un gran obstáculo contra el progreso. A los ricos les gusta echar la culpa a los pobres, en parte porque les libera a ellos de responsabilidades y en parte porque les proporciona un sentimiento de superioridad moral. Pero los países pobres son capaces de establecer programas de salud pública eficientes cuando se les ayuda. Los éxitos recientes han sido posibles gracias a que se han unido más inversiones del presupuesto de los países pobres y la ayuda de los donantes de países ricos.
El tercer mito es que, si se salva a los pobres, la explosión demográfica, irá a peor. Pero las familias de los países menos desarrollados tienen muchos hijos - un promedio de cinco por mujer - entre otras cosas, porque el miedo a los elevados índices de mortalidad infantil les hace compensar con familias numerosas. Cuando esos índices descienden, los de natalidad tienden a disminuir aún más, puesto que las familias confían en que sus hijos van a sobrevivir. El resultado es un crecimiento de la población más lento.
Ha llegado la hora de cumplir un compromiso mundial básico: que todos, ricos y pobres, tengan acceso a servicios de salud esenciales. Sólo con que se dedicara el 0,1% de las rentas de los países ricos a que los pobres dispongan de una atención sanitaria capaz de salvar vidas, sería posible mejorar la expectativa de vida, disminuir la mortalidad infantil, evitar muertes de madres en el parto, reducir el crecimiento de la población e impulsar el desarrollo económico en todo el mundo pobre. Los casos de éxitos en salud pública para los pobres son cada vez más numerosos. Dado el bajo coste, y los inmensos beneficios que tienen tales esfuerzos, no hay excusas para no actuar.